Verdades y mentiras de la soltería.

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Cuenta la leyenda que, todas las casadas desean estar solteras y todas las solteras desean estar casadas. La triste realidad, para quien lo sea, puede superar la ficción. Asi que señoras casadas y que envidiáis a las solteras os mostrare una realidad muy diferente y que desmonta que el príncipe azul existe ya que, entre otras cosas los que existen, cosa que dudamos, están casados.

Mentira nº uno: Ser soltera no implica estar loca de amor. Parece que estas soltera por el  destino diabólico impuesto por Corín Tellado, señores, enteremosno de una vez por todas, y destapemos ese gran queo del siglo XIX que perdura hasta nuestros días como es que la locura masculina puede estar llena de matices y sin embargo la femenina solo de amor.

Mentira nº dos: Otro gran pufo a despastar es, que siempre nuestro móvil comunica porque estamos hablando con todos los tíos buenorros que nos hemos ligado el fin de semana, señores y señoras, un poco de sensatez, que no hablamos de sexo loco, más bien todo lo contrario, de la locura de no tenerlo, y para aún más penoso lo hablamos entre nosotras mismas, para al menos aliviar la culpa buscando a alguna amiga que este aun peor que la propia experiencia personal.

Mentira nº tres: Las solteras estamos solteras porque nos lo merecemos por alguna causa hereditaria congénita o algún conjuro endemoniado en nuestro ser, más bien lo que no merecemos, por salud mental propia , es no estar  con ese mercado reducido de hombres no casaderos que se ven a ellos mismos como futuras promesas del mambo.

Grandes verdades

Verdad nº uno. No sabemos ni encender el trompo, mi cambiar una rueda, ni doblar el edredón; ni mucho menos montar un mueble de ikea que pensábamos era una cómoda y resulta que es un ropero. Os necesitamos para esas que son tareas domésticas que no requieren mucha inteligencia.

Verdad nº dos. Vamos de running sí, y al llegar a casa nos zampamos tres donuts, y media de fritangas, estamos hartas de intentar parecernos a  ser una especie de Gwyneth Paltrow buscando en el super del barrio comida macrobiótica y sustancias insustanciales que no se la come  ningún ser vivo que no seamos nosotras, las solteras.

Verdad nº tres. En nuestra nevera los productos alimenticios más variados que puedes encontrar son : un kiwi, tres botellas de ginebra, dos huevos a saber la fecha de caducidad y ,el resto del potito que, tu amiga, la felizmente casada, la felizmente madre, dejó en tu casa la semana anterior y que tú, soltera mia, no tiraste para evitar cargo de conciencia y lo almacenaste al lado de la latita de comida de tu mascota “especial perros de ciudad”.

A buenos entendedores, pocas solteras bastan. Sed felices.

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Uve doble c.

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Savannah BLD

Tengo una historia que contar, un secreto que desvelar y unas cuantas cosas que desmentir. Me refiero al momento baño que en cualquier noche de copas se precie o se tercie o se encaje, que, llegado el momento pasas más la noche en la cola del baño que ligando en el bar, y de ahí la frase entre chicas, ¿me acompañas al baño? Sobre todo porque como tardas tanto tiempo en volver no vaya a ser que al final nada acabe como empezó.

Es ese momento baño que cuando más a gusto estas, mejor te lo estás pasando o más estas ligando te entra la necesidad imperiosa de tener que acabar tan sustanciosa conversación y abandonar el terreno de juego porque sencillamente, no puedes más, es una fuerza imposible de controlar y una presión sicológica que te hace transformarte  en la persona más irascible del mundo mundial.

Pero lo peor está por llegar, primero tienes que cruzarte de una punta a otra el bar cual gincana salvando todo tipo de obstáculos, saludos, bailes forzados y perdida de la orientación, cuando por fin llegas al lugar de destino, ósea el uve doble c de mujeres y te encuentras con una cola que ni la de los conciertos de Justin Timberlake.

Miras a tu alrededor desolada porque piensas que inesperadamente va a surgir de la nada una puerta mágica con un reservado privado para ti ,con un luminoso que ponga” Ven, te estaba esperando”. Ni de coña. Tienes que soportar de pie una media de veinte minutos, una fila de mujeres desesperadas cruzando las piernas  pegando saltitos y preguntando todo el rato: ¿te queda mucho? O ¿quién es la última? Pregunta que duele y mucho porque siempre eres tú.

Entonces es cuando empieza el estudio sicológico patológico de lo que viene siendo usuarias del uve doble c.

La pija con sus perlas y manoletinas que con su cara de buena se sale disimuladamente de la cola, se mete en el urinario masculino y cuando sale es cuando le esperan tres fornidos machos dice: perdón me he confundido. Tal cual.

La fashion victim que, ideala de la lleva pedazo de mono como una segunda piel que no se sabe cómo se lo ha podido meter, a no ser que haya saltado desde el ropero y encajar , sin cremallera ni corchetes ni nada que se parezca, que para quitárselo dentro del baño una tiene que aprobar un master de costura. Ya sabes que a partir de ese momento toda tu vida se retrasa una hora por culpa de su desnudo dentro del baño

La cuenta penas de relaciones rotas y el ex con otra que la acaba de ver y te toca a ti ser su consultora sentimental, que entre el apretón y la comedura de tarro tu conciencia te repite, “¿Por qué has salido esta noche?

Y por último una misma, que te gustaría estar en ese momento en  medio del monte, ser invisible o no tener tanto glamour, porque decidme, al final merece la pena la espera, y es que el repasito de chapa y pintura ante el espejo después de tu turno no te lo quita nadie. Y que se prepare el que te estaba esperando.