
Soy adicta a la lujuria, tengo síntomas.
El caso es que es tomarme una copa y oye, una se convierte en la niña del exorcista, en el doctor Jekyll y mister Hyde, en el monstruo de las galletas o vete tú a saber, depende del día y de cómo me coja el cuerpo, que más da, un lujo de registros, que ni la Bette Davis.
El jueves tuvimos la cena de amigas,